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Llegó al final un juicio histórico

  • Foto del escritor: Pilar Sánchez Atencio
    Pilar Sánchez Atencio
  • 30 sept 2024
  • 5 Min. de lectura

Con los alegatos finales que este lunes se explayaron en la sala de audiencias del Tribunal Oral Criminal V de la ciudad de la Plata, culmina un juicio muy particular que pone en debate temas sensibles de la realidad de nuestro país y la búsqueda de la verdad


Marcos Ledesma, es, o era, mejor dicho, un docente de música de nivel inicial. De un momento para otro, dejó de ser un profe querido por alumnos y colegas y pasó a ser un monstruo de la más baja calaña. En un abrir y cerrar de ojos ese docente por el que miles de alumnos habían pasado, sin ningún tipo de queja o denuncia, explotaba en redes y medios como la cara visible de decenas de abusos ultrajantes a menores de entre 3 y 4 años de edad.

Cuando decimos 2+2, salvo matemáticos avezados o científicos empedernidos, nadie cuestiona que es 4. Mas aun cuando en temas de la sociedad, tenemos que ponernos de un lado de la línea. Ante esta afirmación, con padres totalmente sacados rompiendo el establecimiento, y visiblemente conmovidos porque sus hijos habían sido abusados. ¿De qué lado es más rápido y fácil estar? 2 + 2 es 4. Y Marcos pasó del color del aula a esconderse para que no lo lincharan, literalmente, en una plaza del barrio.

Ahora, luego de sopor y el escarnio público, le llega la hora a la justicia, a la investigación y al análisis minucioso de cada arista de este caso que durante once años tuvo un claro enemigo. Pero, esa investigación debe pararse en pilares solidos para poder dar una respuesta acabada, firme y contundente sobre, en este caso, un docente abusador. Y ahí, es cuando 2 + 2, quizá no sea 4.

Lo primero a analizar es que a Marcos se lo acusó de abusar de niños en sus horas de clases. Estamos hablando de 30 minutos reloj que le corresponden como docente, pero que entre que se logra que se acomoden y entren, se sienten y estén dispuestos a prestar atención a lo que el profe tiene para contarles de música, rara vez se cumplen los 20 minutos. Pero supongamos que estos niños eran sorprendentemente organizados y atentos, por ende, había 30 minutos de clase netas. En este contexto es Marcos, supuestamente, quien tocaba, desnudaba y abusaba de las niñas y niños del jardín. Pero cuando se hizo la vista ocular al establecimiento, se pudo comprobar que el aula de música es el SUM de la escuela y esta al lado del ingreso del exterior. Además, que tiene toda la pared vidriada con ventanas que dan a un patio, donde en esas mismas horas de clase, otros pequeños utilizan los juegos que ahí están emplazados. De mas esta decir que del otro lado del SUM las ventanas dan directamente a la calle. Entonces, suponemos que o hay decenas de docentes, padres, auxiliares y gente que simplemente pasaba por ahí, que vio esas atrocidades y se quedo callado, convirtiéndose en cómplices, o simplemente estos hechos nunca ocurrieron.

Ahora, como contrarrestar una frase que tiene el peso de una verdad inobjetable como es: “Los niños no mienten”. Ante esta certeza inquebrantable ¿para que hace falta investigar el caso? Los niños dieron su sentencia. Punto final.

Pero más allá de los dichos populares y las verdades paganas, está la ciencia. Y ante esto peritos psicólogos de la asesoría de la corte suprema, formularon una frase que ayuda a entender la anterior: “Los niños pueden construir relatos ficticios en base a preguntas orientadas.” No se cuánta gente tiene recuerdos vividos de sus 3 años, pero estos peritos argumentaron frente al juez y con juramento de verdad, que cuando hay un procedimiento incorrecto de toma de testimonio, digamos, un interrogatorio, insistente en estado exaltación, con preguntas cerradas y sin la experiencia especifica en el rubro, se puede decir que es muy común que se indujeran conclusiones que no tienen que ver con la verdad de los hechos. Una vez armada la historia, quedan hojas y hojas para llenar. Quizás mas con los miedos, temores y conocimiento sexual de los padres, que los dichos de los propios hijos.

En esto fue contundente la defensa de Marcos Ledesma, que tan convencida está de su inocencia, que dio un paso mucho mas concreto y es el de denunciar penalmente a Silvia Catera, polémica e inexperta perito, por el delito de mala praxis. Una ramificación de este juicio pero que tiene todo que ver, porque si la fiscalía y la perito hubiesen parado la pelota y tratar de no sumar 2+2, quizá hoy nadie estaría leyendo este texto, porque nunca hubiese existido un juicio a un profesor inocente.

Por otro lado, y sumado al conjunto de fallas procesales, se encuentra el pedido de nulidad de todas las cámaras Gesell. ¿Por qué? Simplemente por los errores en el modo de funcionar de las mismas, que fue transgrediendo todo protocolos que hay en toma de testimonios de menores, pero sobre todo, porque no estaba presente la jueza de garantías, que según estos procedimientos es un requisito esencial, que la propia ley aclara que es bajo sanción de nulidad. No se había visto estos errores de tamaña gravedad en varios años de la historia jurídica de este país. En este caso ocurrieron y obviamente la defensa pidió la nulidad.

Así las cosas, la frutilla del postre, es la mamá de una de las nenas supuestamente abusadas, que en medio del juicio y prestando declaración testimonial, se quiebra y confiesa que su marido, papá de sus hijas, tiene una denuncia de abuso por su hija mayor. ¿Esto quiere decir que ellos tapaban la denuncia intrafamiliar culpando al docente? No hay pruebas de ello. Lo que si hay pruebas es en los datos del ministerio público tutelar, que habla de que los abusos a menores ocurren arriba del 80% dentro de sus casas y con familiares cercanos.

No obstante, esta claro, que ningún padre o ninguna madre, o por lo menos la gran mayoría, va a inventar que a su hijo lo abusaron por el simple hecho de hacerlo. Estos padres están convencidos de que ocurrió. Al igual que los mas de 200 docentes que en escuelas, sobre todo periféricas, son acusados falsamente, por una familia ( o una sola mamá en este caso) que genera una ola imparable de exaltación, que termina en su mayoría con los docentes absueltos ante la contundencia de las evidencias, pero en otros, tristemente, algunos jueces eligieron a la comodidad y no la verdad. Es una pandemia imparable de falsas denuncias.

Este juicio tuvo, además, intervenciones muy calificadas, ligadas al reconocimiento internacional, y la experiencia práctica. Fueron en favor de la defensa de Marcos Ledesma, donde personalidades como el perito experto en psicología forense y del testimonio, Lic. Pablo Martínez Soares de Lima dejó un testimonio contundente. A su vez, Ledesma contó con el fuerte apoyo de Manuel Garrido, representante local de Innocence Project, un ONG encargada de luchar contra las falsas denuncias y sentencias contra inocentes, que tiene su sede en EEUU.


Quedan más de dos meses para saber como termina este juicio. Mas de dos meses para saber si va a primar la verdad y la contundencia de las pruebas, o la presión física y la comodidad social juegan un rol de obstáculo para llegar a la tan ansiada, y necesaria verdad.

 
 
 

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